Las Tablas de Daimiel vuelven a estar sin agua durante varios años seguidos. Otra sequía extrema y prolongada de las que sufre el humedal cíclicamente cada 10 años desde hace 40 ya. El acuífero de la Llanura Manchega Occidental, promotor del humedal durante, al menos, los últimos 30.000 años, sigue sobreexplotado y nada apunta a que su situación vaya a mejorar, más si atendemos a lo acontecido después del último periodo de precipitaciones extraordinarias (2010-2014), en que la recuperación súbita de la masa de agua subterránea (hasta 20 m de ascenso en algunas zonas), sólo resaltó la inutilidad de la gestión del agua en la región cuando la meteorología vuelve a la normalidad. Los bombeos de agua del acuífero para la agricultura de regadío siguen siendo desmesurados y sólo la improbable lotería del clima parece capaz de cambiar la tendencia insostenible del agua en La Mancha. Además, puesto que la lluvia en esta región siempre ha sido escasa (por debajo de 400 mm), sólo es posible esperar que la recarga natural del acuífero empeore con el devenir del cambio climático.
A pesar de todo, Las Tablas de Daimiel siguen vivas, esperando a que llegue el agua y renazcan sus procesos ambientales, porque durante el prolongado estío sigue siendo un ecosistema con una gran riqueza ecológica, en un estado alternativo adaptado al adverso escenario hidrológico. La naturaleza está en continuo cambio, aunque más acelerado si cabe desde que la influencia humana llega hasta los rincones más recónditos del planeta. Las observaciones que tenemos del humedal a largo plazo nos indican que el ecosistema que observamos ahora no tiene nada que ver con el de hace 30 años, ni con el de hace 50 años, ni muy probablemente, si no hacemos nada, con el de dentro de 10 años. Las Tablas de Daimiel son un ecosistema complejo y antropizado, pero como los son hoy en día los más destacados ecosistemas nacionales (Doñana, Ordesa, Aigüestortes, entre muchos otros) y extranjeros (los Everglades de Florida, el Delta del Danubio, el Pantanal de Brasil). La perturbación causada de manera directa e indirecta por el Hombre dirige actualmente el devenir de su trayectoria ecológica. Sin embargo, la resiliencia del humedal a cambiar es muy alta y la biocenosis acuática se regenera de manera casi inmediata cuando hay agua, aunque cada vez lo hace bajo un estado alternativo diferente, menos complejo.
El ecosistema guarda en su memoria un acervo genético que no podemos perder. Es un banco de información ambiental incalculable que refleja la historia natural de la Mancha y del interior peninsular, de la biodiversidad, de los procesos ecológicos y del aprovechamiento de sus recursos naturales, que en el contexto del cambio global planetario no nos podemos permitir perder. ¿Querríamos perder el Museo del Prado? Las Tablas, Doñana, el Delta del Ebro y muchos otros, son nuestros principales museos naturales. Incluso en los peores momentos, Las Tablas es refugio de más de 2.000 especies (bacterias: 703, algas: 367, fanerógamas: 314, esponjas: 1, rotíferos: 84, crustáceos: 32, insectos: 276, peces: 7, anfibios: 12, reptiles: 18, aves: 213, mamíferos: 22), muchas de ellas endémicas de La Mancha, como el Limonium carpetanicum, o muy dependientes del hábitat, como el escribano palustre (Emberiza schoeniclus), el porrón europeo (Aythya ferina),, el pato colorado (Netta Rufina) o el zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis), que crían relativamente bien en el humedal cuya pérdida mermaría sus poblaciones ibéricas, quizá hasta la extinción. Están representados once hábitats de interés comunitario, de los cuales dos tienen interés prioritario de conservación. Pero también alberga muchos procesos donde intervienen los microorganismos, invisibles al ojo humano, pero que prestan un servicio esencial para el sostenimiento de la humanidad, como la eliminación del exceso de nitrógeno, la transformación de la materia orgánica, o la inmovilización de gases de efecto invernadero (como el CO2 y el metano), todos los cuales ayudan a mantener una Biosfera equilibrada, alejada de nuestros excesos.
Nunca antes habíamos tenido tanto conocimiento científico de Las Tablas de Daimiel y de su entorno como el que tenemos actualmente en todas las ramas de las ciencias naturales. Sabemos cómo eran, cómo han cambiado, qué las han hecho cambiar, cómo funcionaban antes, cómo funcionan ahora y cómo pueden responder en el futuro. Sabemos quiénes eran sus principales componentes biológicos antes y ahora y qué factores les han hecho cambiar. Pero, a pesar de que toda esa ciencia ha sido creada con fondos públicos, siempre ha sido considerada marginal, principalmente porque no decía lo que querían escuchar nuestros dirigentes. Ha llegado el momento de que la sociedad actual, la más formada y con más conciencia ambiental que hemos tenido nunca en nuestra Historia, exija a nuestros gobiernos que aproveche la inversión y sitúe a los científicos al frente para dar solución a un problema para el que hay respuestas basadas en el conocimiento. Porque no es posible que siempre tengan más eco social aquellos que solo producen ruido, aquellos que unicamente basan su influencia en la capacidad de generar titulares en los medios o aquellos profanos que, aunque tengan buena intención, no pueden aportar la solvencia que dan el estudio y el conocimiento científico.
Los científicos firmantes de este manifiesto exponen:
1) Que el humedal Las Tablas de Daimiel, relicto de las extensas llanuras inundadas que abundaban en los ríos Gigüela, Azuer y Guadiana, como resultado de las interacciones entre el agua subterránea y el agua superficial, es un ecosistema único e irrepetible y que, como tal, ha sido reconocido con las mayores protecciones legales posibles (Parque Nacional, Humedal de Importancia Internacional RAMSAR, Reserva de la Biosfera y zona ZEPA). 2) Que, aunque Las Tablas de Daimiel ha demostrado ser un ecosistema muy resiliente a la degradación ambiental, el grado de perturbación que puede soportar está cercano al límite y es probable que, si no se actúa, sufra cambios muy profundos en su estructura y función, que hagan difícil recuperarlos a largo plazo. 3) Que la situación actual del humedal Las Tablas de Daimiel es totalmente insostenible y ha de tomarse una decisión política sobre su devenir a corto, medio y largo plazo, asumiendo las consecuencias ambientales y legales que una decisión errónea pueda suponer. 4) Que la desaparición de Las Tablas supondría un daño irreparable para la riqueza natural de España y del planeta, una pérdida irremediable de un acervo genético y ecológico irrepetible, fruto de cientos de miles de años de evolución, el cual nunca podrá ser recuperado. 5) Que el conocimiento científico sobre los humedales en general y sobre Las Tablas de Daimiel en particular está suficientemente avanzado como para proponer medidas de restauración ambiental que aseguren su conservación y la mejora de su biodiversidad y funcionalidad a corto, medio y largo plazo. 6) Que puesto que el suministro de agua sigue siendo el aspecto limitante de la persistencia del ecosistema y no hay atisbos de que el acuífero recupere sus niveles de sostenibilidad a largo plazo, si se quiere actuar en defensa de Las Tablas es necesario asegurar un caudal regular de 17 hm3 de agua al año que asegure sus necesidades ecológicas. Ese volumen debe ser completado cuando sea necesario a través del trasvase Tajo-Segura, tal como está establecido legalmente (Leyes 13/1987 de 17 de julio y 30/2014 de 3 de diciembre, y Reales Decretos-Leyes 6/1990 de 28 de diciembre, 5/1993 de 16 de abril, 8/1995 de 4 de agosto, 1/2016 de 8 de enero y 87/2017 de 5 de diciembre), mientras se buscan alternativas hídricas tanto para el ecosistema como para los regadíos basadas en el aprovechamiento de otras fuentes potenciales como el reciclado y la reutilización de las aguas residuales que se generan en el entorno, la captación de agua de lluvia a gran escala o la cosecha del vapor de agua. Por razones hidrogeológicas, el bombeo de agua del acuífero en el entorno local del humedal genera un suministro de agua limitado que sólo sirve para humectar los suelos secos y reducir los riesgos de combustión de la turba, pero por si sólo no mantiene la inundación del ecosistema.
Por todo ello, los abajo firmantes pedimos a los Gobiernos de España y de Castilla-La Mancha y, en concreto, al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que inviertan en Naturaleza porque eso es invertir en salud y en calidad de vida. Que la recuperación de Las Tablas de Daimiel es posible con voluntad política y, sobre todo, con conocimiento científico, tal como se ha conseguido en otros ecosistemas del mundo, algunos mucho más dañados (río Tamesis en Inglaterra, las llanuras de inundación del Danubio en Austria, Hungría y Rumanía, el humedal Dragoman en Bulgaria, el río Emscher en Alemania, la Camargue en Francia, los Everglades de Florida o el río Klamat en California, entre muchos otros). La asignatura pendiente de la recuperación del acuífero de La Llanura Manchega Occidental no es responsabilidad del principal perjudicado, el ecosistema de Las Tablas. El estado actual del humedal no es causa, sino efecto, de las decisiones poco acertadas de los políticos que les antecedieron y de la sociedad que le da la espalda. La ciencia está demostrando que la restauración de los ecosistemas es la única solución para conservar la biodiversidad y estabilizar el clima de la Tierra, claves para resolver la actual crisis climática y ambiental. La ONU ha declarado 2020-2030 la década para la restauración de los ecosistemas. Aún estamos a tiempo de tomar decisiones acertadas: en unos años ya será demasiado tarde.